Roberto Chanona
El Origen del Mundo es un óleo realizado en 1866 por Gustave Courbet y que se ha convertido en un ícono del arte erótico. Perdido por más de 100 años, hoy sabemos gracias a Thierry Savatier y a su investigación exhaustiva publicada en su libro: El Origen del Mundo, Historia de un Cuadro de Gustave Courbet, todas las peripecias que tuvo que pasar esta obra desde 1866, año en que fue realizada hasta su entrada triunfal al Museo D’Orsay en 1995, como la gran obra maestra del arte erótico.
Mi interés por este cuadro nació en 1982 porque en ese entonces vivía muy cerca Ornans, ciudad natal del pintor y a donde se encuentra actualmente su Casa-Museo. Íbamos entonces los fines de semana al museo inspirados por nuestro maestro de estética, que nos hablaba de un cuadro perdido del autor. Íbamos a la búsqueda del cuadro perdido y atraídos por la gran personalidad de Courbet y sus ideas revolucionarias puestas en la Comuna de París, que le habían costado su libertad.
Sabemos que El Origen del Mundo fue un encargo del diplomático Turco Khalil Bey. Y conocemos por Charlee Leger, quien pronunciara un discurso para la exposición de Courbet en Zúrich en 1935 que: Khalil Bey pagó 20,000 francos por dos cuadros de Courbet: El Sueño y El Origen del Mundo, las obras eróticas del artista.
Este diplomático turco tenía una colección importante de obras (68 cuadros modernos y 39 antiguos) en las que destacan varios cuadros de Courbet; El Baño Turco de Ingres y dos cuadros más del mismo autor; seis cuadros de Delacroix; dos de Corot; seis cuadros de Rousseau; cinco de Decamps. De los antiguos muchas obras de la escuela holandesa, un cuadro de Watteau, tres de Boucher, un Fragonard. Esta Colección fue vendida en 650,000.00 Francos a su regreso de Constantinopla, ya como Embajador en París. Pero guardó celosamente consigo El Sueño y El Origen del Mundo hasta el fin de sus días.
Una de las preguntas que siempre me hice después de que conocí esta obra fue: ¿quién es la modelo? Qué dama osó posar para tal cuadro, sobre todo en esa época puritana de Francia. Y aquí nos encontramos con varias posibilidades, según nos plantea Savatier en su libro. La primera, es que fue Jo, la irlandesa, una de sus modelos que posó para esta obra que se encuentra en el Metropolitan Museum of Arts de Nueva York; existen dos copias más firmadas por el autor de la misma modelo, una en Estocolmo y la otra en Kansas City. Su nombre era Joanna Hifferman, de origen irlandés nacida en 1843. Su belleza le permitió posar para varios artistas, sobre todo para el pintor americano James Abbott Mc Nelly Whistler, con quien viajó por el mundo hasta que llegó a vivir a París en el verano de 1861. Según Sophie Monneret, ella sirvió de modelo en el cuadro El Sueño, solamente que teñida de rubia, porque ella era pelirroja.
Otra de las posibles modelos fue: Jeanne de Tourbey, quien gozaba de tal fama que nunca se negaba a nada, aún si la fantasía se salía de lo normal, solamente había que ponerle precio. Jeanne mantenía servicios con Khalil Bey, al grado que fueron publicados en el diario Journal de los Goncourt. Por lo tanto, nada impedía a Courbet de pedirle que posara para tal proyecto.
La última teoría de la modelo y al parecer es la que el autor de esta investigación fascinante está más de acuerdo, es que la modelo del cuadro fue una fotografía. Valérie Bajou nos enseña que en el taller del pintor a Ornans, el artista tenía varios clichés de desnudos que pudo utilizar para pintar el cuadro. No hay que olvidar que los fotógrafos de la época ya se habían dado cuenta de este mercado lucrativo. Auguste Belloc fue uno de los precursores de este mercado que se realizaba debajo de la mesa. En 1856, había sido demandado por el cargo de comercio de obscenidades, y en 1860 su estudio fue confiscado con más de cinco mil fotografías obscenas que le costaron la cárcel.
Al parecer El Origen del Mundo perteneció a Khalil Bey hasta el fin de sus días y lo vendió cuando la sífilis había avanzado y estaba muy enfermo. Después existe un pasaje oscuro porque no está bien documentado sobre ciertos coleccionistas de arte oriental que adquirieron el cuadro. El mas conocido es La Narde pero no existe ningún documento. Solamente que en 1889, este comerciante de arte, adquirió el cuadro. La Narde poseía en su colección varios cuadros de Courbet.
También se pretende que luego lo compró Ernest Pinard, tristemente conocido por sus requisiciones contra Flaubert y Baudelaire y después ministro del Interior. ¿Un cuadro de tal envergadura, en los muros de un ultra conservador? Pero tenía fama de tener cascos ligeros y de gastar mucho dinero con las damas; sus desmanes terminaron por cansar la emperatriz y cayó en desgracia. Todas estas notas fueron escritas por Bernart Teyssedre.
Fue necesario esperar hasta 1910, cuando un coleccionador extranjero de paseo por París, el barón Francois de Hatvany, de Budapest, vio en casa de Bernheim-jeune El Origen del Mundo escondido tras un paisaje (otro cuadro con un marco con llave) representando un castillo sobre la nieve. El Barón Hatvany lo compra junto con el paisaje y el cuadro que servía de escondite (que no era más que otro cuadro de Courbet) lo compra el barón Herzong de Budapest.
Uno de los pasajes más intensos se pasa durante la segunda guerra mundial. El barón Hatvany de origen judío, sabía después de la primera “Ley Judía”, que a la entrada de la armada Nazi, iban a confiscar las obras de su colección. Así que le pidió de favor a su amigo, el doctor Károly Veszely y a su secretario el profesor János Horváth, que no eran judíos, de depositar a sus nombres las obras en las bóvedas de tres bancos de Budapest. En cuanto entraron los Nazis a la ciudad confiscaron todas las cuentas de los judíos. Y las obras en cuestión se salvaron. Con lo que no contó el Barón es que, a la entrada de la Armada Roja, los soviéticos arrasarían con todas las cuentas de los bancos,
sobre todo la del Banco Comercial de Pest donde estaba el Origen del Mundo. Entonces, de pronto el cuadro se encontraba en Moscú. Y de ahí empieza una odisea para regresar la obra.
Ya había terminado la guerra cuando un desconocido se presentó en el departamento del Barón proponiéndole que le podía vender las obras de su colección; el Barón muy inteligentemente hace un trato bajo la mesa de 100,000 florines para comprar 10 de sus obras. Y así reaparecen El Origen del Mundo y El Sueño de Courbet; 2 desnudos de Ingres; dos cuadros de Manet; un Renoir. Posteriormente, el Baron Hatvany hizo una demanda formal del robo de su colección por parte de la armada roja. Este proceso lo retomó el gobierno y duró años, pero al fin, el gobierno ruso devolvió las demás obras de su colección al museo de Budapest.
Años más tarde el Barón Hatvany se instaló en París y teniendo necesidad de dinero saca el cuadro del banco Societé Generale y decide venderlo en 1955. Lo compra el sicoanalista famoso Jacques Lacan por un valor de 1,500,000 francos. ¿Cómo se enteró Lacan del valor estético de esta obra? Se piensa que fue a través de Georges Bataille, aunque esta autoridad del erotismo nunca habló de la obra en su libro Las Lágrimas de Eros; Courbet fue el gran ausente en esta lista de pintores eróticos. Pero Silvia Lacan, que antes había sido esposa de Bataille, y que ya se había ya casado con el sicoanalista, si sabía del valor de la obra.
Al igual que todos los antiguos dueños de este ícono, Jacques Lacan también escondió el cuadro bajo otro cuadro del pintor André Masson en su casa de Guitrancourt. Por su casa desfilaron muchas personas importantes que eran seleccionadas para ver el cuadro, entre ellos: Picasso, Magritte, Heidegger, Dora Maar, James Lord, Marguerite Duras, Marcel Duchamp, Claude Levi-Strauss, entre otros.
El 26 de junio de 1995, es el día en que El Origen del Mundo hizo su entrada triunfal al Museo d Orsay, a través de una sucesión de derechos testamentarios de Silvia Lacan. Se encuentra en La Sala Courbet de este museo y ese día los periódicos más importantes del mundo hablaron de esta obra maravillosa. Después de estar escondida por más de 100 años, salía a la vista de todos, y entonces todos hablaron de lo bello que era el cuadro. Yo me quedo con las palabras del propio Courbet publicadas en un texto titulado Tres Comidas con Gambetta:
Usted encuentra esto bello… y usted tiene razón…Si, esto es muy bello… Si, esto es demasiado bello, y mire, Titien, Véronese, SU Rafhael, YO MISMO, jamás hemos hecho nada más bello.