Quizá porque los españoles que llegaron a esta tierra venían de la Baja Andalucía, del antiguo reino de Sevilla. Basta con echar una mirada a la fuente de Chiapa de Corzo, o a las techumbres de nuestras iglesias para comprobar el estilo mudéjar. La poesía pasó a España gracias a los árabes que llegaron en 711 d.c. y se quedaron por ochocientos años. Por eso los mejores poetas que ha dado esa tierra son andaluces: Luis de Góngora, García Lorca, Rafael Albertí, Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Hinojosa, etc. Esta mezcla de Andaluz con indígena que había estado educado en las artes, como nos dice el Popol Huh, dio como resultado que nuestros poetas sean de gran temperamento y sensibilidad como Rodulfo Figueroa, Jaime Sabines, Rosario Castellanos y Efraín Bartolomé.
Por su parte, Óscar Wong nos dice: Roberto Chanona (Tuxtla Gutiérrez, 1960) pretende nombrar las cosas, conjurarlas. Sin aspavientos, ejerce su oficio: el mar, el vuelo dormido de la bruma, la danza de la flama, todo va revelando su voz, su expresión singular. A veces los cuestionamientos determinan la sabiduría del consuelo:
“¿Has pensado que a la piedra también le gustaría ser abismo?”
Toda arena espuma, 1991.
En “El oráculo de la Rosa”, retoma el equilibrio al conjuntar armonía y sapiencia. El autor se desliza por la invocación susurrante con el propósito de nombrar las cosas y conjurarlas, hasta tocar la revelación de los mitos como expresión real, forjadores del reino del fuego y del silencio para resguardar los enigmas, los estigmas del olvido.
También, establece un diálogo profundo entre la naturaleza y la figura femenina: “Oráculo de la rosa” (2015) constituye un ceremonial donde la Musa –la que excita e incita a obedecer– asume su papel de creadora, conservadora, destructora, etc.; pero básicamente simboliza un poder, una energía.
Eje central de la vida, de la muerte y de la existencia ulterior, la Diosa musita o aterroriza al cantor:
“No volverás a ver mi rostro marcado por la furia del tiempo.
Ya no verás mis ojos llenos de horror que gritan en silencio tu nombre.
Ni mi cabello cortado en luna llena, señal de obediencia, sueño del ciervo”
Es evidente que Roberto Chanona, como un ser de palabras, puede calificarse como un “sujeto cognoscente”. Sabemos que la voz, la palabra, “es el hombre mismo”, puesto que sin lenguaje “no hay pensamiento, ni tampoco objeto de conocimiento (Cf. Marshall Urban, “Lenguaje y realidad”, 1952). Conocer los nombres de las cosas es el punto de partida del aprendizaje, que “termina con la revelación de la palabra-llave que nos abrirá las puertas del saber”. Y eso realiza Roberto Chanona a lo largo de su obra lírica.
Así en esta página web encontrarás sus libros publicados, entrevistas, artículos sobre su poesía, videos que el autor realizó y un archivo fotográfico con diferentes creadores de los cuales ha gozado ser amigo. También fotos personales y acerca de sus seres queridos.